La comunidad de Chalco, en el Estado de México, enfrenta una crisis sin precedentes, con más de 2.000 viviendas sumergidas bajo aguas negras durante más de 20 días. El colapso de los drenajes, causado por la suciedad y las intensas lluvias, ha dejado a más de 7.600 personas en condiciones de vida insalubres y peligrosas.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno del Estado y el Ejército para bombear el agua, el nivel sigue sin bajar, forzando a los residentes a depender de lanchas para realizar tareas básicas como comprar comida o ir al trabajo. Las enfermedades proliferan en la comunidad, con un aumento en casos de infecciones respiratorias, digestivas y cutáneas.
Los habitantes, como Felipe Delgadillo, deben sortear diariamente las aguas negras que inundan sus calles y hogares, enfrentando no solo la pérdida de sus pertenencias, sino también el miedo a perder su única fuente de ingresos debido a la imposibilidad de llegar al trabajo.
En una zona donde el 60% de la población ya vive en condiciones de pobreza, esta catástrofe ha agravado aún más la situación, dejando a los vecinos sin más opción que reclamar una intervención urgente del gobierno.
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